La Princesita de Yungay, figura emblemática de la música andina con más de 60 años de carrera, es conocida por éxitos inolvidables como "Todo se puede olvidar", "El obrero" y "Pastorcito". Aunque su legado musical ha trascendido generaciones, pocos conocen su verdadera ascendencia: japonesa.
Nacida como Angélica Harada Vásquez el 30 de mayo de 1938, en la campiña de Shacsha, Yungay, Ancash, la Princesita de Yungay es hija de doña Juana Vásquez Bonilla y Mitsujo Harada Harada, un inmigrante japonés que se estableció en Perú para trabajar en una hacienda en Trapiche, Canta, Lima. Su conexión con su padre japonés se produjo recién a los 13 años.
A pesar de su ascendencia asiática, su interés musical inicial fue hacia la música criolla y las rancheras mexicanas. No fue sino hasta su participación en el concurso "Escalera del triunfo" en el canal 13 de Lima, donde quedó en cuarto lugar, que se inclinó hacia la música folclórica.
Casada con Demetrio Meza y madre de dos hijos, su camino artístico la llevó a Lima, donde el apoyo de su hermano Tomás y su cuñada Hilda Torres la alentaron a participar en el mencionado concurso, marcando así el inicio de una exitosa carrera en la música andina.
Su vínculo con la célebre Pastorita Huaracina influyó fuertemente en su estilo. Su autenticidad y pasión por el huayno la convirtieron en la "japonesa con alma de chola", desafiando las expectativas y ganándose el corazón del público.
En 2010, recibió la medalla de honor del Parlamento Nacional por su destacada contribución a la difusión del folclore peruano. A sus 85 años, sus presentaciones públicas son cada vez más espaciadas, pero la Princesita de Yungay sigue conectada con sus seguidores a través de su programa sabatino "Brisas andinas del Perú" en Facebook, asegurando que su legado perdure en el tiempo y que la música folclórica continúe resonando en el corazón de todos sus admiradores.