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LA VERDAD TRAS LA TURBULENTA HISTORIA DE AMOR DE NAPOLEÓN Y JOSEFINA

 Venerado y temido, el Emperador Napoleón I de Francia, figura central en la historia europea del siglo XIX, llevó a su nación desde las ruinas de la Revolución hasta la estabilidad política. Sin embargo, tras la fachada del héroe militar se esconde una compleja historia de amor con Josefina Bonaparte, su esposa. En una exploración detallada a través de las cartas que intercambiaron durante la guerra y las sombras de la infidelidad mutua, la verdadera naturaleza de esta relación histórica emerge.

En este cuadro de Jacques Louis David, el emperador francés Napoleón corona a su esposa Josefina en la catedral de Notre Dame en diciembre de 1804. La tormentosa relación de la pareja terminó cuando él se divorció de ella en 1809 tras no conseguir un heredero.

La conexión entre Napoleón y Josefina se originó en circunstancias aparentemente dispares. Josefina, nacida Marie-Josèphe-Rose Tascher de la Pagerie en 1763, provenía de una familia en declive en la Martinica francesa. Su matrimonio por conveniencia la llevó a París, donde, tras ser abandonada por su esposo, cultivó habilidades diplomáticas que la llevaron a convertirse en la cortesana más cara de Francia. Napoleón, por otro lado, ascendió desde la pequeña nobleza corsa con sueños de mejorar su suerte.

Aunque la historia de amor entre Napoleón y Josefina ha sido considerada el epítome del romanticismo, las verdaderas motivaciones detrás de su unión fueron más pragmáticas. Para Napoleón, Josefina representaba seguridad financiera y estabilidad después de sus triunfos militares, mientras que para ella, el ascenso de Napoleón garantizaba un resguardo tras los horrores de su encarcelamiento durante el Reinado del Terror.

El fervor inicial de Napoleón por Josefina se manifestó en una avalancha de cartas durante sus separaciones militares. Sin embargo, estas misivas, descritas por el historiador Adam Zamoyski como un "frenesí adolescente", eran a menudo recibidas con escepticismo por parte de Josefina. La infidelidad mutua se volvió una constante en su relación, con ambos buscando consuelo fuera del matrimonio.

La relación entre Napoleón y Josefina llegó a un punto crítico cuando él consideró el divorcio, pero optó por perdonarla por razones políticas y personales. A pesar de las dificultades, Josefina continuó siendo una figura clave en el poder de Napoleón, encarnando la gracia y la etiqueta que él mismo carecía.

La coronación en 1804, seguida de un divorcio en 1809 debido a la falta de un heredero, marcó el trágico final de su unión formal. A pesar de esto, Napoleón mantuvo una relación cordial con Josefina, incluso después de su nuevo matrimonio con María Luisa de Austria. La muerte de Josefina, apenas semanas después de su exilio a Elba, dejó tras de sí una historia de amor y pérdida que sigue intrigando a la posteridad.

La relación entre Napoleón y Josefina se revela como una intricada danza de necesidades mutuas, infidelidades y sacrificios políticos. Aunque sus caminos amorosos estuvieron plagados de dificultades, la conexión entre ambos perduró más allá de los altibajos, dejando una huella imborrable en la historia de Francia y en la narrativa romántica del siglo XIX.

Fuente: National Geographic

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